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La motivación y el perro-hongo
¿Qué mueve a nuestros perros?
Seguramente, casi todos nosotros nos hemos preguntado por qué nuestros perros hacen lo malo de forma tan rápida y consistente, y con lo bueno nos peleamos a todas horas con ellos. Entendiendo malo como lo que a ellos les encanta, y lo bueno como lo que a nosotros nos gustaría que hicieran.
Me faltan dedos en las manos para contar la cantidad de veces que le he podido pedir a mi perro un comando para que hiciese -o dejase- de hacer, sin importar cuántas repeticiones se dieran, que al segundo después su cabecita sigue pensando en cómo salirse con la suya, y la mía por otro lado, dándole vueltas a por qué tengo un hongo con patas.

Pues bien, hay varios motivos que debemos tener en cuenta, pero en particular en este caso es la motivación.
¿Varias formas de motivar a nuestros perros?
Entendemos por motivación como el proceso interno que estimula, mantiene, energiza y dirige una conducta o conjunto de conductas determinadas para alcanzar un objetivo de algún tipo. Y de aquí tenemos dos tipos: la extrínseca y la intrínseca.
La primera es lo que motivaría al perro desde fuera, como puede ser que nosotros le demos un premio por sentarse. Al perro no le produce ningún estado de bienestar o felicidad, pero quiere ese trocito de comida que nosotros le damos. Podemos decir que es un tipo de motivación interesada por parte del perro, como nosotros en un trabajo que no nos gusta, pero está bien pagado.
Existen dos tipos de motivación: la extrínseca y la intrínseca. |
Y la segunda, y esta es la interesante, es la intrínseca. Es la que mueve al perro desde sus mecanismos más personales y únicos, es con lo que disfrutan y por lo que desean vivir. Un ejemplo claro se da en perros que les gusta la caza: puede que nunca alcancen al conejo, pero jamás se cansarán de la diversión que les implica intentar conseguirlo. Nosotros no queremos sacar un beneficio económico de nuestros hobbies, los hacemos porque nos gustan y por eso los disfrutamos.
Entonces, desde aquí podemos empezar a entender qué mueve y qué no mueve a nuestros hongos. No podemos comparar pedirles realizar, o no, algo que hacen por hacer (ojo, si nos lo curramos podemos hacer que sea el mejor momento del día para ambos), con algo que los lleva a ser felices y les hace sentir lo que son: perros.
¿Qué podemos sacar de aprender a motivarlos?
Es donde más conocimiento de nuestros compañeros podemos adquirir, no por saber más o menos sobre la especie sino del individuo. Cuando una persona nos agrada, nos gusta saber más sobre ella y sus gustos, y con nuestros perros debería ser igual: dejar de verlos como aspiradoras y a la comida como un absoluto. Quizá a un perro le encante la pelota, a otro un mordedor grande, pequeño, una simple cuerda, traer un objeto, o jugar al pillapilla muchísimo más que cualquier premio.
Reconozco que es un trabajo duro, y es tema de bastante reflexión entre algunos miembros del equipo, ya que hay perros a los que siendo cachorros no se les ha ayudado a encontrar qué les gusta, o en perros mestizos que no sepamos qué genética tienen, que este caso importa, para darnos unas pistas por donde tirar o no.

Pero tampoco debemos darnos por vencidos cuando su cerebro desecha todo raciocinio y lo único que abarca es comerse esa caca con la que llevamos diez minutos negociando para que la deje, no hay salchicha que lo solucione muchas veces, pero nos da una pista que a nuestro perro le mueven cosas fuera de lo objetual.
Sólo hay que ver, en cualquier adiestramiento técnico, como no hay trozo ni tipo de comida que sustituya el zarandear y tirar del mordedor como si hubiese cazado el último conejo en existencia.
Motivar para transformar el desinterés en interés.
Estamos pasando de premiar con algo externo, interesado y con nulo valor social como la comida, como con un juego en el que el perro saca ese innatismo tan fuerte como es cazar mientras que juega con su humano-hongo favorito (sí, porque también los que estamos en esto no tenemos muchas luces).

Con todo esto no digo que vayamos con un mordedor todo el día tras el perro (que podemos), sino que nos planteemos qué apasiona a nuestro perro para ayudarle a satisfacer lo que le gusta y lo que le mueve en su mundo, que al final es diferente al nuestro.
Y que encima de que les pedimos algo que no les gusta en primer momento, motivarlos como lo haríamos con un gran amigo, con algo que disfrutemos porque nos encanta a ambos y lo más importante, no olvidar que compartir nuestras pasiones con quiénes queremos es una forma de alcanzar la felicidad, y ellos se mueren por hacernos partícipes de ella.
Compartir nuestras pasiones con quiénes queremos es una forma de alcanzar la felicidad |
Miguel de Andrés (Educador Canino)
EQUIPO CONTUCAN
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